
EL TEATRO REABRIÓ SUS PUERTAS Y LESIONADOS FUE DUEÑO DE LA FIESTA
Anoche el Teatro Argentino volvió a la presencialidad y la comparsa Lesionados por el Corcho fue la encargada de llevar adelante la fiesta de bienvenida.
Por Lucila Matteucci
La fila comenzaba dentro del teatro y llegaba a la vuelta de la calle 26. Dos carteles iluminados colgantes en el frente del Teatro Argentino daban la bienvenida a lo que sería la primer noche del encuentro entre “muchos”, cuando decir “muchos” se convirtió en un signo de salud y una razón revalorizada de alegría.
A las 22 horas Gabriela Florella, co-directora y co-fundadora de Lesionados por el Corcho, asomaba tras bambalinas con su mameluco tornasol para dar la indicación que todos esperábamos: que se abra el telón. DJ Dionisio Remix hacía su aparición en el escenario, el escenario respiraba nuevamente y su oxígeno llegaba directamente al público que cantaba “Lesionados”, generando ese clima de verano, calle y festejo que tanto extrañamos.
La oscuridad total fue interrumpida por la vestimenta especialmente modificada para este show, basado en la presentación de la comparsa en el verano de 2020: una fiesta griega con rave electrónica. O en criollo, una fiesta inacabable con ritmos modernos que imposibilitan a un cuerpo sostenerse en la quietud.
Manos, brazos, palos y gorras fluorecentes dejaban ver sólo una punta ínfima de la calidad musical que estaba a punto de desatarse en las manos y la energía infinita que los músicos y músicas transitan y comparten.
Una voz desde el más allá permitió el segundo puntapié: Le – le – le sio – na – dos se escuchó con el tono inconfundible de Fernando Luna; generando una revolución interna como preludio entre la vida y el otro lado. Fabián Fito Gonzalez nos trajo al centro definitivo de la fiesta cuando se escuchó “DIO NI SIO” con una voz que parecía estar descendiendo de una nave extraterrestre. Un show nacido y criado en Mercedes bajo una una línea de casetas, repiques, cencerro, redoblante, contrasurdos, surdos que hoy fusiona con bajo, guitarra, octapad, batería eléctrica, teclado y un procesador de voces que sostuvo 30 minutos ininterrumpidos de fiesta carnavelera y electrónica, dando vida a un nuevo concepto dentro del mundo de las comparsa y creando una puesta lista para actuar en cualquier escenario del mundo que se le presente.
Durante media hora Lesionados por el Corcho hizo de la presencia y la muchedumbre, una fiesta. Las tablas, las luces y el sonido en un Teatro Argentino tan reluciente que parecía sonreír con sus puertas abiertas y al ver pasar a sala llena a las más de 200 que asistimos, exhalaba felicidad por sus ventanas. El público depositó parte de su ansiedad y, sin lograr sostenerse en los asientos, terminó saltando, bailando, cantando y creando así un ritual que en el silencio entre repique y repique decía: acá estamos, acá seguimos y, tal como adelantó Fito, “esto aún no termina”. Mejor aún, recién empieza.