La Comunidad Cenáculo desmintió que la obliguen a dejar el ex Cottolengo

Ante las versiones de que el Obispado les reclamaba el predio, el representante legal de la asociación religiosa conversó con Radio Meridiano.

 

 

El predio del ex Cottolengo, ubicado en 61 bis y 144, tiene una extensión de 25 hectáreas y funciona allí un centro terapéutico para la recuperación de adictos, sin fines de lucro. El lugar se sostiene con donaciones y con la venta de algunos alimentos que allí se producen. Hace una docena de años que la denominada Comunidad Cenáculo funciona en el lugar.

No obstante, Rafaelle Perera, representante legal de la Comunidad, rechazó el rótulo de centro de rehabilitación de adictos e incluso el de comunidad terapéutica. “Si bien la mayoría de los chicos que viven con nosotros han pasado por el mundo de las drogas, somos una congregación religiosa cuyo carisma es contar con casas donde recibimos a jóvenes a los que les hacemos una propuesta de vida cristiana basada en el trabajo y la oración”.

La población de la Comunidad Cenáculo de Mercedes es hoy de entre 20 y 25 jóvenes, todos mayores de edad, quienes ingresan al lugar de forma voluntaria. Cumplen con una rutina diaria: se levantan temprano, hacen una oración y se dirigen al trabajo, dentro de la misma casa. Hacen quesos y dulce de leche en su propio tambo. Tienen “una huerta muy grande, que nos permite sustentarnos con nuestra propia producción”, contó Perera. También hacen jardinería, “y el resto del día el lugar funciona como cualquier otra casa de familia”.

“No es cierto que nos obliguen a irnos en julio o agosto”, aclaró el representante legal. “La Comunidad ha decidido concentrar su trabajo en las otras tres casas con las que cuenta en el país”. Una de ellas, la casa madre de la Comunidad Cenáculo en la Argentina, está ubicada en Exaltación de la Cruz (rutas 8 y 6), “a 45 minutos de Mercedes, bastante cerca”, dijo el vocero. Las otras se encuentran en El Rodeo, Catamarca, y en Villa Rosa, partido de Pilar, siendo esta exclusivamente de mujeres.

El contrato de comodato con el Obispado de Luján-Mercedes es por treinta años “y sigue vigente”, insistió Perera, “pero somos nosotros los que planteamos dejar el predio”.

Con cuarenta años de existencia, la Comunidad Cenáculo está presente en más de veinte países y cuenta con unas setenta casas esparcidas por el mundo. “En todos estos años se han cerrado y abierto muchas casas, pero la Comunidad permanece, y lo importante es que sigue transformando vidas mostrando que hay otra realidad, otra vida posible. Por otra parte, las casas no son ‘del lugar’; de hecho creo que en la que cierra no hay chicos de Mercedes”, agregó.

La mudanza sería en agosto. Los internos viven en la Comunidad entre dos y tres años, dependiendo de su historia personal. En algunos casos viajan durante un tiempo a las casas de Brasil o Paraguay (“les hace bien cambiar de lugar”). Probablemente, todos los que se encuentran actualmente en Mercedes pasen a la casa de Villa Rosa.

Perera recordó que “el predio es muy grande y no estaba en buenas condiciones cuando lo tomamos. Pero para nosotros representa un desafío hacer el trabajo de reconstrucción. Lo asimilamos mucho a la reconstrucción interna de los chicos. La Comunidad depende de la providencia, creemos que hay un Dios que nos sostiene, y ese Dios ha sido providente con nosotros”.